17 de julio de 2016

Y vinieron de tierras lejanas (II)




Cuenta la historia familiar que, provenientes de Kiel, Alemania, se embarcaron en el vapor "Amasis", comandado por el capitán H. Saggau (perteneciente a la compañía Deutsche Dampfschifffahrts-Gesellschaft Kosmos) en Hamburgo, un 16 de diciembre de 1896, Ludwig Böhm (1.9.1863 - 1930, nacido en Pest, Prußieny su esposa Euphrosine Kulatus (1864-1935), con 4 hijos. Navegaron por el Atlántico, pasando por el Estrecho de Magallanes y llegaron a Ancud, Chiloé, en 1897. El, agricultor; ella, esposa y madre. El matrimonio tuvo 7 hijos.

Uno de ellos, Heinrich Wilhelm (1896-1941), fue tornero mecánico: tuvo un pequeño taller en Punta Arenas y se caso con María Formantel Barría (1898-1985). Tuvo a su vez 2 hijos: Roberto (1917-1992) y Luis. Roberto continuo con el oficio de su padre y en 1939 se casó con una descendiente de suizos-franceses, María Lilia Baeriswyl Sigonier (1914-1997), profesora de corte y confección.

A la vez, en 1877, en la época de mayor llegada de colonos suizos al sur de Chile, arribó del barco "Iguria", Joseph Baeriswyl Zulzy (1852-1897), Capitán del Ejercito Suizo, nacido en Friburgo, Suiza, quien se caso con Marie Pittet Clerc (1861-1949). Su hijo Alberto Baeriswyl Pittet (1879-1957) fue un importante empresario agrícola-maderero entre 1897 y 1934, fundador de la Compañía Telefónica de Punta Arenas. Contrajo segundas nupcias con María Luisa Sigonier Sandoval (1888-1977), profesora primaria, en 1943, cuya hija, María Lilia, fue la que se caso con Roberto.

Grandes motivos deben haberlos impulsado a emigrar tan lejos de sus países de origen, probablemente pensando que tendrían mejores condiciones de vida acá, en el fin del mundo. Con seguridad pasaron bastantes trabajos asentándose en lugares agrestes y poco habitados.

¿Conservamos la fuerza que ellos tenían para superar las adversidades?

12 de abril de 2016

Auf der Suche nach meinen Träumen

Ich bin viel gegangen um hier zu sein. Mein Schicksal schreit für mich. Und ich höre die Wörte laut. Sie sagen mir: "komm, wag es. Hier ist alles, was du suchst!" Ich lasse meine Hand nehmen und mache meine Augen zu: nichts Schlechtes wird mir passieren. Nur was Schönes!
Ich glaube an mich. Ich habe gelernt, auf mein Herz zu hören.