La muerte, en la sociedad occidental, es un tema tabú. Nadie quiere hablar de ella, y se la trata como si no existiera.
Cuando las circunstancias "obligan" a enfrentarla, es con luto, dolor, tristeza, y se la ve como una pérdida irremisible.
A veces se intenta un acercamiento espiritual, lleno de interrogantes, que suelen confundirnos aún más.
Y existe el acercamiento orgánico, referente a todos los procesos biológicos relacionados con el evento de morir.
Sin embargo, la civilización oriental la trata de una forma diferente: la acepta como un hecho fundamental de la vida, sin la cual ésta no existiría; no se le reniega, sino que se le rinde culto a los antepasados, que pasan a ser los "protectores" de la familia actual, se les rinden honores, y se les incluye en la vida familiar cuan si estuvieran vivos.
Sabia postura, que no la oculta sino que la incorpora a la vida.
Incluso desde el punto de vista biológico, la muerte de determinadas especies, han permitido a otras evolucionar hasta nuestros días.
Sigue siendo penosa la partida de un ser querido, pero si recordáramos, desde nuestro interior, que es sólo TEMPORAL, y que regresáremos a ellos, quizá la nostalgia pueda ser más llevadera.
¿Y si, al fin y al cabo, nuestra vida fuera sólo un sueño, un largo sueño que sentimos y vivimos como si fuera real, y cuando morimos, en realidad despertamos a nuestra verdadera vida?
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son. (Calderón de la Barca)
Entrada relacionada:
Requiescat in Pace