30 de abril de 2011

Intercambio

La mujer se sentó frente al computador y la música recorrió su cuerpo, hasta llegar a su espíritu… Era una música especial, que la alejaba mentalmente de aquel lugar… quizá no era más que una mezcla de sound temple, bits y jazz, pero confortaba su ser haciéndole ver hasta lo mas recóndito de su alma todo aquello que tenía en bruto, un potencial de ser otra o, al menos, ser fiel a sus convicciones. Era su música favorita. Ese sonido, ritmo y timbre embargaba su alma como el aroma de una flor llega hasta el corazón.

Cual si fuera transportada, sintió un clima árido, sofocante, aplastante, y completo el trabajo ultra secreto, con sus avanzados conocimientos de informática. No eran esas sus únicas habilidades…

Se levantó -recorriéndole un sudor frio- a entregar el informe al Jefe Máximo.

Ya en su casa, a la tenue luz de unas velas, siguió escuchando. Pero sus sentimientos encontrados le provocaban angustia… Tenia la seguridad de un "empleo", su departamento, su relativa independencia… a menos que comenzara una nueva "misión".

Pensaba en lo que le habían dicho: "Es mejor que mueran unos pocos, y no que mueran muchos". ¡Pero todos ellos eran gente inocente, gente normal!... con la mala suerte de estar en el lugar equivocado.

Y la frialdad de su compañero, su parquedad, la habían vuelto de cierta manera más insensible y dura frente a el, anteponiendo su coraza a su intenso amor.

A veces no le desagradaba su labor, hacía cosas importantes, como recuperar información filtrada o proteger a un líder; pero también había sido torturada hasta la inconsciencia… Podía recordar aquella vez… "Las ratas… cómo aborrezco las ratas…"

Cómo hubiera querido no estar atrapada de por vida en ese lugar, poder formar una familia y ser una persona común y corriente…

¿Qué haría si tuviera otra vida? ¿Otro físico, otra mente, otras habilidades? Con el mismo corazón, pero ahora, con una oportunidad… Ya casi había perdido la capacidad de soñar…

Se dio cuenta que hacia muchos minutos que estaba sentada frente al computador. Allí siguió la música, y ella volvió a ser la misma de siempre, la de los sueños frustrados.



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